“El rey de los
valses mexicanos”
*LA LEYENDA*
En los
años 20 Carlos Espinosa de los Monteros mostró su pasión y talento en los
reñidos concursos de valses de su época, llevándose la ovación del público al
competir con compositores de la talla de Agustín Lara, Alfonso Esparza Oteo y
Jorge del Moral. La prensa de su época lo catalogó como “El Rey del Vals”. Hizo
debutar a Pedro Vargas y su obra fue grabada por varios cantantes mexicanos de
antaño y grupos internacionales, como
Pedro Vargas, Hugo Avendaño, Javier Solís, Salvador Quiroz, Olga Puig, Mariachi
Vargas de Tecalitlán, Cristina Ortega, el ensamble ruso Piatnisky, el Cuarteto
Latinoamericano y muchos más.
A
continuación, la entrevista inédita, con su hijo, Don Víctor Manuel Espinosa de
los Monteros Rocha.
Hablar de Carlos Espinosa de los
Monteros en la actualidad puede sonar ajeno para una gran parte de los
mexicanos, sin embargo para el México de la segunda década del siglo XX, fue un
personaje que dejó un gran legado en la historia de la música mexicana.
La ciudad de Puebla lo vio nacer el 8
de mayo de 1902. Carlos Espinosa de los Monteros dejó para la música mexicana
un legado de canciones y valses de un gran valor romántico y lleno de bohemia,
teniendo así una grata aceptación de la gente en su momento. Compuso música que
contiene letras con sentido y una amplia emisión de los sentimientos, de la
poesía y un orgullo enorme para nosotros como familia, dice Don Víctor Espinosa
de los Monteros.
Don Víctor Espinosa de los Monteros Rocha y Ricardo Delgado Herbert |
En sus primeros años de su vida, mostró
tanta afición por la música que su abuelo Don Rafael Espinosa de los Monteros,
profesor de música y maestro de capilla en la ciudad de Puebla entre los años
1906-1907, accedió a heredarle su conocimiento musical a aquel jovencito
inquieto.
Su abuelo le enseño las primeras
lecciones de solfeo y de música, herramientas que permitieron a mi padre crear
algunas cancioncillas (así decía él)
dedicadas a sus padres, hermanos y personas que ayudaban dentro de la casa y ya
con el paso de su madurez sus hermanos contribuyeron a la letra de algunos de
sus valses. Entre ellos intervinieron, como
letristas, José Salvador Espinosa de los Monteros, el Ing. Armando, Luis y
también mi madre Elena.
Mi madre, incluso escribió las letras
de los valses que mi padre compuso para mis hermanas en sus 15 años. A mi
hermana mayor, María Elena, le dedicó un vals titulado que lleva su nombre, a
mi hermana menor, Clara Susana, el vals “Clarita mía”. A
su hermano Armando, único profesionista de la familia, le dedicó a él y a su
generación de la Escuela de Ingenieros Mecánicos y Electricistas del
Politécnico, el vals “Juventud” al
graduarse, al igual que a mi tío, dueño de la zapatería “El Centenario”,
Gumersindo H. Rocha y a su esposa Esther, su famoso vals “Noche Azul”.
A pesar de que la música de Carlos
Espinosa de los Monteros cuenta con la intervención de su familia, sólo él
mostró más a pego a desarrollarse musicalmente. Su perfeccionamiento en la
música toma más forma cuando él y su numerosa familia se trasladaron del estado
de Puebla al centro de la Ciudad de México, en épocas difíciles para el país,
en medio de balazos, en los momentos de la Decena
Trágica y la efervescencia de la revolución, entre carencias y angustias que se
vivían en esa época, cuenta Don Víctor.
A pesar del contexto, mi padre ingresó
al Conservatorio Nacional de Música teniendo 17 ó 18 años, donde tuvo como
maestros a Don Manuel Bermejo y a Joaquín Beristáin. Sin embargo la necesidad
familiar, las carencias y la situación económica que se vivía en México,
forzaron a mi padre a trabajar en los Ferrocarriles Nacionales de México, desde
muy joven.
A pesar de esto, continuó con clases
particulares de composición, armonía, contrapunto y fuga, bajo la dirección del
maestro Don Rafael J. Tello, quien posteriormente ante tanta amistad y
cercanía, se convirtió al paso de los años en su padrino de boda, siendo esta el
26 de diciembre de 1925, fecha del matrimonio de mis padres.
Mi madre, Elena Rocha Carrasco, tomaba
clases particulares de piano con mi padre Carlos, así fue cómo la música
terminó enamorándolos y uniéndolos en matrimonio; el resultado fuimos seis
hijos que seguimos frecuentándonos a menudo, con el mismo gusto y el mismo
cariño que mis padres nos enseñaron.
Desgraciadamente,
de los seis hijos, ninguno heredó la afición por la música, a pesar de que en un
principio mi madre nos orientó desde muy niños a estudiar piano a todos
nosotros. Yo
empecé mis clases de piano enfocado a la
música clásica a los seis años. Tomé clases por diez años y considero que llegué
a tocar bastante bien pero mis facultades nunca fueron tocar de oído como lo
hacía de manera natural mi padre.
Carlos Espinosa de los Monteros dirigiendo a sus músicos |
A los 16 años
tenía que sentarme en el banquillo del piano dos horas diarias, hacer
ejercicios para digitación, y dedicar un buen rato para recordar las piezas y
no olvidarlas. Pero es justo a esa edad cuando uno entra a la vocacional,
conoce muchachas y me invitan a trabajar, lo cual impidió que el tiempo me
rindiera para más cosas y lamentablemente deja uno lo que tal vez más vale, la
música.
Sin embargo ese
no fue el caso de mis padres, pues dentro de las joyas que conservamos en
la familia, de manera intima, tenemos grabaciones por los años 70, que fueron tocadas
a cuatro manos por mi madre y mi padre, ya en avanzada edad, siendo dos de
ellas una parte de la ópera “El Vals de Fausto” y la mazurka “La Czarine”, como
otras más.
Se podría pensar que después de tanta
pasión por la música, ésta sería su profesión, pero el verdadero
sustento económico de mi padre provenía de su trabajo en Ferrocarriles
Nacionales de México.
Fue oficial
mayor del departamento de servicios especiales, que traducido al lenguaje
común, era la policía de los ferrocarriles, ya que eran frecuentes los robos de
carga y pasaje. Al momento de cumplir 27 años trabajando para los Ferrocarriles
Nacionales de México, se le hizo la invitación a jubilarse, pues comenzó a
mostrar su desaprobación por la forma en que un ascenso era otorgado en su
trabajo.
A pesar de su empleo
como oficial mayor en los Ferrocarriles Nacionales, nunca descuidó su música sus
obras comenzaron a ser famosas debido a los premios obtenidos, homenajes
realizados, concursos en los que participó y sus obras fueron interpretadas
tanto nacional como internacionalmente.
En agosto de
1921 el teatro Eslava, fue testigo de la obra llamada “El Príncipe Charro” en
donde la música de mi padre era el alma de tal obra.
Antonio Bravo al violín, Espinosa de los Monteros al piano y el tenor Pedro Vargas
recibiendo la ovación por el rotundo primer lugar con su vals "Ann Harding" |
En 1928 en el
concurso de vals mexicano, mi padre obtuvo un premio con su vals
“Añorando”, en 1928 también nace el vals
“Noche Azul”, los dos valses con letra de su hermano José Salvador, éste ultimo
vals, fue objeto de algunos premios y múltiples grabaciones por los cantantes
de la época al igual que en el mundo entero.
La cereza del pastel
en los concursos, fue celebrado el 20 de septiembre de 1930 por la compañía
Pathé Films de Estados Unidos y el diario La Prensa de esos años, que tenían
como finalidad dar publicidad a la actriz de la pantalla grande, la estadounidense
Ann Harding. En el concurso se inscribieron 5 compositores reconocidos: Agustín
Lara, Alfonso Esparza Oteo, Jorge del Moral, Fernando Vázquez Vargas y Carlos
Espinosa de los Monteros.
El éxito de
cada compositor sería medido por un aplausómetro. Dentro de las
reglas, estaba prohibido hablar, pues hacerlo influiría en el resultado. Cada
compositor junto a sus cantantes tenía que pasar a interpretar tres veces su
obra, al final de la primera ronda los aplausos para Espinosa de los Monteros
se prolongaron de tal manera, que uno de los cantantes, Juan Arvizu, se quejó,
alegando que Espinosa de los Monteros había llevado la porra de sus compañeros
de ferrocarriles para ganar. El jurado al escuchar la queja de Juan Arvizu
decidió descalificarlo para las siguientes dos rondas que le quedaban.
En pleno concurso Ann Harding, antes de ejecutar el vals que sería el triunfador. El violinista
Antonio Bravo el compositor Espinosa de los Monteros en el piano y el tenor Pedro Vargas esperando su turno |
Mi padre fue
de los últimos en inscribirse al concurso y ya para ese momento los
compositores de renombre y de prestigio se habían comprometido con sus cantantes.
Mi padre, que en esa época era maestro en el Conservatorio Nacional de Música,
le ofreció a uno de sus alumnos de solfeo, con un timbre de voz de su agrado,
que interpretara su vals “Ann Harding” con letra de su hermano, José Salvador. El joven
alumno se llamaba Pedro Vargas y fue junto con él, que el vals de mi padre
salió triunfador ante las ovaciones de este concurso en el Cinema Imperial. El
joven debutante, tras conocer en el concurso a Agustín Lara, terminó por
convertirse en uno de sus grandes intérpretes.
El triunfo en el Teatro Imperial en 1930. El Sr. Juan Pezet subgerente de la Phaté, el tenor Pedro Vargas,
Carlos Espinosa de los Monteros, Jorge Pezet gerente de la Pathé y el violinista Antonio Bravo |
Ann Harding no
pudo asistir al concurso, a pesar de las promesas, divulgaciones publicitarias
y periodísticas anunciadas. Sin embargo Ann mandó a mi padre una fotografía
dedicada en agradecimiento por el vals triunfador junto con una carta, por la tan hermosa dedicatoria y sus buenas intenciones.
Ann Harding le dedica esta foto a Carlos Espinosa de los Monteros. "Mi reconocimiento y mejores deseos a Carlos Espinosa de los Monteros" |
Ante la
añoranza y el recuerdo, mi padre muchos años después, le pidió a Pedro Vargas
grabar su vals “Ann Harding”, negándose éste a menos de que mi padre le
cambiara el título original del vals, petición a la que mi padre no accedió.
Carta de Ann Harding donde agradece a Espinosa de los Monteros
|
Otro momento
cumbre dentro de la trayectoria artística de mi padre fue en el año de 1959,
cuando vino a México Piatnisky, un
conjunto de músicos rusos. El conjunto creó una maravilla de organización
estructural y musical, que se conformaba
aproximadamente por 180 o 200 elementos, entre músicos, bailarines y coros. La
intención del conjunto ruso era agasajar al pueblo, de cada nación que
visitaban, con una producción original del país. En el caso de México los rusos
escogieron el vals “Noche Azul”.
El conjunto ruso
comenzó sus presentaciones en Bellas Artes, aunque debido a la cantidad de
gente que acudía a verlos, la compañía se trasladó al Auditorio Nacional, que
tenía un cupo más amplio.
Programa de mano del coro ruso Piatnisky |
La familia
Espinosa de los Monteros se enteró por distintos medios que el vals “Noche
Azul” estaba siendo interpretado por los rusos. Alguien cercano a la familia
nos hizo el favor de entablar el contacto y así, mi padre recibió una
invitación formal del embajador ruso con todo su politburó para acompañarlo en
una de las presentaciones, en el palco de honor del Auditorio Nacional.
En el colofón
de esa noche, después de la presentación en el Auditorio, invitaron a mi padre
a cenar en la embajada soviética, junto con todo el conjunto, el embajador y
todo el cuerpo diplomático; ahí tuvo que cenar y brindar al tradicional estilo
ruso, de tomarse su copa de vodka y aventar la copa hacia atrás, cosa de la que
solo nos platicó. Fue la primera vez en mi historia de la cual tengo
conciencia, que mi padre llegó a casa después de las 2:30 o 3 de la mañana, ya
que no se desvelaba, pues le hacía mucho daño.
Para mi padre
la música era una satisfacción, un complemento de la vida, un orgullo, un gusto
y pasión, nunca un medio de vida.
El escribir
valses fue algo que inspiró a mi padre, le fascinaban, yo creo que por su
carácter bohemio, sentimental y porque imagino que el vals le llenaba el
corazón. Él contaba que cada vez que obtenía una composición, se sentía como
una mujer que acababa de dar a luz, ese era su sentimiento al respecto a su música.
En cuanto al Foxtrot, era para cuando estaba demasiado alborotado y contento.
Entre los años de 1965 y 1968, invita a mi padre a grabar, una de las más importantes empresas fonográficas, Peerless. El disco se llamaba “Los valses de oro de
Carlos Espinosa de los Monteros”, donde hizo arreglos maravillosos para
acompañarlos con 2 violines, un chelo, un contrabajo y mi padre al piano. Entre
los valses que se seleccionaron para dicho disco están Ann Harding, Juventud,
Lloraré, Es por ti, Al fin, Ilusión, Noche Azul, Victoria Elena, Añorando, Mi
única ilusión, Una caricia y Clarita mía, sin embargo las ventas del disco no
fueron favorables, quedando ese material descontinuado.
Portadas de partituras de Carlos Espinosa de los Monteros |
No obstante,
para recordar al autor y enarbolar su contribución a nuestra música, en la
familia decidimos hacer una pequeña discografía, generada por un trabajo muy
rudimentario que llevaron a cabo mis dos hermanas, Victoria Elena y Clara
Susana, alrededor de los años 70.
Mis hermanas,
armadas de una grabadora portátil, alentaron a mi padre para que grabara con su
piano, todos y cada una de sus composiciones que hasta esa época había dado a
luz. Las grabaciones se hicieron de manera casera con el fin de que la música
de mi padre se recordara y se mantuviera un registro (familiar), aunque fuera
de manera sencilla, para así después darlo a conocer.
Dentro de su legado musical se
encuentran algunos títulos que ubico, sin contar que aun faltan algunos más que
hizo antes de su muerte y no están en la lista. Enumero algunas de sus
composiciones entre las que se encuentran valses, canciones, fox-trot y un
danzón: Mi única ilusión, Al fin, Eterno sufrir, Sendero de amor, Noche azul,
Llorare, Mientes corazón, Ann Harding, Fuiste mía (canción), Su único beso,
Clarita mía, Martha Victoria, A ver si pega, La Marchita, Áurea, Sutil, Voluble
Corazón, Luz María, Elena, Una estrella
viajera, Miss Kate, Añorando, Juventud, Mariposa (fox-trot), Ideal y Pasión,
Dulce amor (canción), Opalino (fox lento), Una ilusión, Una caricia, Victoria
Elena, Es por ti, Yolanda, Tus ojos, 1923, Bernabé, Una monedita de 20
centavos, Su único beso, María Antonieta, Una Caricia Más y Tus ojos, un danzón
dedicado a María Conesa, por 1922, desde luego antes de ser novio formal de mi
madre y antes de casarse con ella (risas).
El 24 de septiembre de 1930 con el Señor Ingeniero y General Don Pascual Ortiz Rubio,
Presidente de la República Mexicana, en su oficina en el Castillo de Chapultepec, de izquierda a derecha Carlos Espinosa de los Monteros, el Presidente Pascual Ortiz Rubio, Patsy Ruth Miller, artista de la Pathé y representante de Ann Harding con su esposo el Sr. Jorge Pezet, gerente de la Pathé en México, quien organizó el concurso "Ann Harding" |
La muerte de Carlos Espinosa de los
Monteros se suscita en la Ciudad de México, el 7 de
febrero de 1977, después de haber cumplido, en el diciembre anterior, 51 años
de casado con mi madre, la señora Elena. Para nosotros como familia, fue una perdida muy sentida. Mi padre al
final de su vida, murió con una serie de satisfacciones y una serie de gustos,
uno de ellos fue el haber recibido en vida liquidaciones de derechos de autor
de la Sociedad de Autores y Compositores. Siendo su mayor éxito “Noche Azul”,
vendido en todo el mundo, orgullo incalculable para él, lo relevante no era el
monto, sino el hecho de que su música se hubiera vendido en cualquier parte del
mundo y así recordarlo, como lo que fue para nosotros como un gran padre y
como un gran compositor mexicano, que dio realce y dignidad al vals mexicano.
En compañía de Don Víctor Espinosa de los Monteros |
"Vals Ann Harding"
Ricardo Delgado Herbert - Barítono
Daniel Madero - Piano
Revista El Búho, año 14 núm. 152 Agosto 2013
http://www.revistaelbuho.com/articolo.php?act=articolo&id_articolo=670&id_categoria=20&id_revista=73
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